La Navidad cada vez está más cerca. Empiezan el frío y los resfriados; se acerca el momento de ponernos nuestras bufandas preferidas, las horas de luz cada vez son menos y los árboles ya están perdiendo sus hojas, pero queda muy poco para que las calles se llenen de luces de colores navideñas. Si sois de los que esperan con ansias esta época del año tan especial, ya sabréis que no hay mejor manera para prepararse que con un bonito calendario de adviento.
De hecho, la palabra adviento, que proviene del latín adventus, significa llegada, es decir, que nos indica el tiempo de preparación para la llegada del día de Navidad, el 25 de diciembre, que conmemora, en la tradición cristiana, el nacimiento del niño Jesús. Probablemente, nada de lo que os hemos explicado hasta ahora sea nuevo para vosotros y todo el mundo conoce el funcionamiento de un calendario de adviento, pero ¿sabéis cuál es la historia de estos calendarios tan especiales?
Para ello, tenemos que retroceder unos 180 años. Concretamente, nos situamos en la Alemania de mediados del siglo XIX. Mientras que los católicos tenían la costumbre de celebrar el adviento públicamente en la iglesia a través de plegarias o ceremonias diarias, para las familias protestantes era habitual un encuentro y una celebración más privada, en el seno de la familia. Teniendo en cuenta que la noción de tiempo puede resultar demasiado abstracta e indefinida, en especial, para los más pequeños, en ese momento los padres trataron de buscar un modo de representar de manera más gráfica y perceptible el tiempo restante para la Navidad y, al mismo tiempo, recalcar el carácter festivo de esos días. Algunas de las primeras ideas que surgieron fueron, por ejemplo, colgar 24 cuadros con motivos navideños en la pared o en las ventanas o, también, dibujar 24 líneas con tiza en las puertas de los armarios que los niños podían ir borrando una a una, día tras día.
Los primeros calendarios de adviento surgieron como unos relojes de Navidad con 12 o 24 subdivisiones en los que la aguja podía avanzar cada día. Así pues, funcionaban como cronómetros que avisaban de los días que faltaban para la Navidad y, además, eran una genial estrategia para aumentar la expectación por esta festividad. El primero que se comercializó impreso se produjo en una librería de Hamburgo en 1902. A partir de ahí se fueron modernizando, se varió su diseño, se le pusieron dulces y se fueron comercializando por todo el mundo, hasta el día de hoy. Ahora que ya conocéis su historia,
En primer lugar, todos los calendarios que encontraréis vienen de Alemania, que, como ya sabéis, es el lugar de origen de estos calendarios tan especiales. Podréis encontrarlos con distintas formas y tamaños; la mayoría tienen detalles dorados y purpurina, con dibujos tradicionales.
Algunos tienen formas más peculiares, como estos en forma de rosco o incluso algunos que nos recuerdan a esos primeros relojes de Navidad.
Como os decíamos, los calendarios de adviento se han ido modernizando. Ahora, también tenemos estos nuevos calendarios musicales, con 24 melodías navideñas, que podremos ir descubriendo cada día.
Y, siendo una librería, tampoco podían faltar los calendarios de adviento sobre libros, como el de Harry Potter, que es ya todo un clásico de la Navidad en nuestro tiempo, pero también los nuevos calendarios de Usborne y SM, que nos ofrecen un tiempo de espera lleno de historias, puesto que contienen 24 cuentos para leer, uno para cada día de adviento.
Si preferís un formato más pequeño y perfecto para enviar a vuestra familia o amistades, también disponemos de calendarios de adviento en formato postal. Algunos son con formas troqueladas, otros son en 3D, algunos son siluetas de casas tradicionales que se convierten en mini linternas... como veis, hay una gran variedad para escoger.
También disponemos de minitarjetas de adviento, con motivos y colores distintos y que podemos llevar a todas partes.
No podían faltar los calendarios de adviento con chocolate. Los tenemos en formato normal y en formato mini. Estos calendarios conservan la belleza de los dibujos tradicionales de escenas navideñas y paisajes invernales y, además, conforme cada día que pase, nos aguarda una deliciosa chocolatina.
